FELT “FELT”

feltFelt

Felt

1971. Nasco

Rock/Hard Rock/Blues-Rock/Jazz-Rock/Psicodelia/Rock progresivo

Si hay que hacer caso a Leopoldo María Panero cuando dijo que el fracaso “es la más resplandeciente de las victorias”, entonces bien podríamos concluir que Felt (nada que ver con la posterior y bastante más conocida formación de Birmingham) merecerían un puesto de honor en el olimpo del Rock and Roll Hall of Fame. Sin embargo, nadie parece acordarse hoy de este ignoto grupo formado a finales de los sesenta en Alabama, autores de un único y excelente álbum que combinaba teclados humeantes y desbocados guitarrazos, entre el blues más nocturno, el jazz-rock crepitante y el rock progresivo, con unos desarrollos vocales del portentoso y prácticamente desconocido Myke Jackson, dignos del talento del mismísimo Jim Morrison o del mejor Robert Plant, en una serie de acerados temas de largo desarrollo que todavía conmueven por su inusitada intensidad.

felt 2

Myke Jackson, en una foto reciente

Tras publicar este disco con Nasco, por aquel entonces un pequeño sello dedicado al góspel y el bluegrass, sus autores siguieron la bartlebyana costumbre de evaporarse, que han seguido tantos reivindicables talentos de la música popular. Jackson apenas regresó en una sola ocasión para firmar un interesante disco en solitario, significativamente titulado Alone (1974). Y es una verdadera lástima porque –según cuenta Tommy Gilstrap, el bajista de la banda– este hombre no era solamente un magnífico vocalista y un guitarrista de talento apabullante, sino que también fue un prolífico compositor de centenares de temas que sospecho ya nunca verán la luz. También merece la pena mencionar la presencia de la segunda guitarra de Stan Lee (ya saben, nada que ver con Stan Lee), del sutil baterista Mike Neel y sobre todo del órgano de Allan Dalrymple que dotó al grupo de un sonido catedralicio en la onda The Doors.

Desde la lennoniana Look at the Sun a la bluesera Destination, Felt nos entregaron en apenas seis canciones, una memorable rodaja de la historia del rock. Háganme caso y empiecen a pinchar este disco por la magistral Now She’s Gone, cinco minutos y medio de ambrosías vocales, ritmo metronómico de percusión y escalas imposibles de guitarra y voz combinadas. Seguro que a partir de entonces ya no dejarán de volver a esta pequeña obra maestra que sin duda merece hacerse un hueco, más allá de los márgenes, en la a menudo demasiado canónica historia del rock.

Enric Ros